viernes, 5 de noviembre de 2010

Explanada.

Me deshojé,
me sequé suavemente durante dos otoños perpetuos
me desvestí furibunda de mis letras y mis filos
me arranqué la corteza rugosa de mi corazón de castaño.

Sacudí el polvo que tenía metido en las venas
me dí vuelta y te abracé,
como siempre, por la espalda,
y suspiré, por fin, suspiré.

Dormí veintitrés días
y erupcioné párvula como antaño,
feíta, flacuchenta, pálida y ojerosa
pero al fín descontraída
lacia y errática.

Y así alcancé la Explanada
tortuosa en su belleza como ninguna
infinita
dorada
vacía

No estaba yo ahí donde me encontraba ubicada
sino más atrás
centímetros por detrás de mí misma
viéndolo todo como por vez primera
y después de mucho esperar
fue la chispa que saltaba enloquecida
en los ojos de mi hermano
la que me despertó
y me empujó hacia adentro.