Hace frío. Anoche granizó sobre Santiago. Justo yo venía saliendo de un round con Mrs. Migraña. Hacía un par de años que no tenia uno así de terrible. Me contaron que deliré, que me levanté de la cama llorando y blasfemando, que tomé mis cosas para irme de donde estaba mientras me tambaleaba por el pasillo como una ebria. Cuando desperté tenía una bolsa de verduras congeladas en la cabeza.
Recuerdo varios episodios espantosos con Migraña, con vómitos y fotofobia incluidos. No recuerdo haber delirado antes, pero sí haber perdido la noción espacial. Cada vez que llega imagino mi Vida futura con ella y el pánico supera al dolor. "No puede ser, no puede ser" pienso cada vez que me imagino vieja, tal vez con hijos que crecen viéndome enferma en cama, crecen con la creencia arraigada de que a ellos también les pasará, y que no podrán hacer nada por evitarlo, como yo no puedo hacer nada. Me imagino siempre con alguien que cariñosamente me cuida, pero cuya presencia me hace sentir inválida. Internamente, en esos momentos me siento sola, nadie puede aliviarme, nadie puede hacer o decir algo que me ayude, nada de lo que hagan es suficiente, y nadie puede atisbar siquiera lo que siento.
No sé porque Migraña me visita. Soy una persona sana, pocas veces enfermo y cuando sucede no suele durar. No tengo vicios, no me alimento mal. Soy cascarrabias, sí, y poco tolerante. Pero soy buena persona, no pienso en hacerle mal a nadie. No tengo traumas, al menos no significativos. Es cierto que ahora viene menos seguido, y con menos síntomas que antes, cuando era adolescente. Ya no hay náuseas ni vómitos, ya no hay tanta fotofobia, el ruido me molesta menos que antes. Ahora sólo es dolor, terrible y duradero, pero sólo dolor. Pero es puntual e implacable: una vez al mes, coincidiendo con mi período, me ataca y me desarma. Y yo que me enorgullecía de no ser la típica mujercita debilucha que no puede ir al trabajo cada vez que está con la regla. No tengo nada contra la menstruación, me recuerda mi condición de ser fértil, de hembra, de mujer viva. ¿Porqué entonces Migraña me castiga en esa oportunidad de conexión con mi femeneidad? ¿porqué esa furia arrasadora en un momento que debiera ser de calma y calidez?
No la quiero, mi Vida debe estar excenta de un dolor recurrente. No quiero que mute, como lo ha hecho hasta ahora. Quiero que desaparezca, no que disminuya, si no que se vaya para siempre.