domingo, 19 de diciembre de 2010

Oh, Brother!

Desde hace algunos días me visitas más de cerca, oigo tu voz claramente, ayer me cantaste "Oh, Sister" emulando al viejo Bob, mientras esperaba algo enfadada en el escalón de una puerta cerrada. Te gustaba cantarme esa canción cuando me subía al primer peldaño de la escalera para alcanzar tu cuello con mis brazos.

Me resfrié la semana pasada y quise sentir tu regaloneo. Recordé esa noche que te dormiste en mi cama y yo, para no molestarte, me acosté en la de visitas que se guardaba debajo. Despertaste y estuvimos conversando de una cama a otra, y nos tomamos la mano conmovidos por nuestra charla y nuestra hermandad. Así nos dormimos, y así nos descubrió la mami cuando llegó ya tarde, y se enterneció al vernos, sustrayendo para sí un trocito de aquello que nos había emocionado a ambos un rato antes. Siempre compartíamos esas sustancias sutiles los tres, las emociones eran algo para lo que no había veto entre nosotros.

Así descubrí por fin que tu cercanía era posible según mi disposición a experimentarla, y mi apertura a tu llegada fue absoluta ese día de catarro, así que te acercaste a la cama y me acariciaste el pelo, me dormí tranquila sabiéndote a mi lado y así te he sentido cada vez que te lo he pedido, así te veo todo vestido de blanco y sin calcetines, así te escucho con acento madrileño o cantando "Oh, Sister", burlándote con ese histrionismo que nos llenaba de alegría, motivo básico de que todos te quisieran.

Ah, viejo Dean! que bueno es encontrarme contigo en la esquina, viéndote ahí parado mientras me voy acercando a tí, sonriente, sabiendo lo que piensas al mirarme a medida que camino a tu encuentro, sintiéndome igual de chica porque tu mirada siempre me queda grande, pero ya soy más adulta y tu estás más viejo, salimos a reirnos de la gente juntos, y yo sigo tratando de aprender tu estilo, pero a tí cada vez te sorprende más el mío. Es un buen estilo, a veces alguna chica lo usó contigo y caíste, ahora lo ves y te ries de tí mismo. Venga ya, viejo loco!! quédate un rato más, desde cuando tan responsable?

Pero ahora tienes tanto que hacer. Te despides suavemente, casi no me doy cuenta cuando ya te has ido. Hay quien anda por ahí llorando o quiere compartir algo contigo. No puedo acapararte para mí sola. Me dejas una mariposa en el pecho, la sonrisa tenue y los ojos con tus chispas. Un aroma recién nacido me acompaña por algunos minutos.

viernes, 5 de noviembre de 2010

Explanada.

Me deshojé,
me sequé suavemente durante dos otoños perpetuos
me desvestí furibunda de mis letras y mis filos
me arranqué la corteza rugosa de mi corazón de castaño.

Sacudí el polvo que tenía metido en las venas
me dí vuelta y te abracé,
como siempre, por la espalda,
y suspiré, por fin, suspiré.

Dormí veintitrés días
y erupcioné párvula como antaño,
feíta, flacuchenta, pálida y ojerosa
pero al fín descontraída
lacia y errática.

Y así alcancé la Explanada
tortuosa en su belleza como ninguna
infinita
dorada
vacía

No estaba yo ahí donde me encontraba ubicada
sino más atrás
centímetros por detrás de mí misma
viéndolo todo como por vez primera
y después de mucho esperar
fue la chispa que saltaba enloquecida
en los ojos de mi hermano
la que me despertó
y me empujó hacia adentro.

jueves, 23 de septiembre de 2010

Paz en Curacaví.

Reencontrarme contigo me dejó la misma sensación de cuando volví a ver a mi hermano Leonardo, en el verano de 2001 en Granada. Es muy extraño pero uno se sabe querido y sabe que quien tiene delante se sabe querido por uno, a pesar de no haberse visto durante años. El tiempo se pliega: comienzan los recuerdos, la evidencia de demasiado rato sin verse, sin saber la una de la otra, y al unísono esa sensación de que nada ha cambiado radicalmente, de que sigues siendo la misma, de que puedes verme hasta adentro como entonces.



- Sí, han cambiado muchas cosas...

Obvio, pero no en esencia. Te conozco, lo sé y lo sabes. Me conoces, lo sabes y yo lo sé. ¿Cómo sucede eso? lo ignoramos.

La verdad es que fue un alivio sentir todo eso, mi temor a encontrarme con una señora sentada frente a la tele mientras le da coca cola a sus hijos y se queja de los problemas que tiene en la oficina y de lo malo que está el mundo según la prensa, fue grande. Por fortuna seguias siendo quien yo recordaba, así que no podía faltar: tus 30 había que celebrarlos allí donde más hicimos de las nuestras: Curacaví, la casa de tus abuelos.



Y allí estaba también Karen, la otra grande de la tríada, con su otro puñado de recuerdos y risotadas, imparable, telúrica. En cosa de horas fueron millones de vivencias compartidas, ponernos al día de las vidas de cada una. Y nuevamente esa sensación de todo igual, pero diferente.

Así fue como terminamos en casa de Karen bailando cueca, porque tu cumpleaños coincide con fiestas patrias, y para mí creo que fue demasiado entre tanto pasado y patriotismo. Con el Jose caímos rendidos en el livig de tus abuelos demasiado pronto, a pesar de la insistencia de la Karen que llegó a destaparme mientras me decía "¡Maligna, maligna! ¡Levantate!"



Al dia siguiente tu abuelo Armando no paró de hablar con el Jose, con tu abuela nos contaron su vida entera, comimos y hasta nos echamos entre pecho y espalda los mejores Dulces de Curacaví que yo había probado en mi Vida.

No sé si eché de menos algo. Creo que no en realidad. Pero estuvo muy bien todo ese recuento, y ahora quiero construír ese "to be continued" de aquello que nos ha hermanado desde hace tanto tiempo.

Salud Paz, gran amiga!!!

sábado, 28 de agosto de 2010

Un gesto.

He recibido bellas y sabias enseñanzas en este tiempo. No son nuevas, pero comienzan de a poco a hacerse carne. Son de esas cosas que uno oye y "sabe" desde siempre, pero que sólo en algún momento comienza a comprender de verdad, a sentir.

En esto, el estudio de ciertos libros de ciertos filósofos han ayudado enormemente, y otro tanto hace Kundalini y algunos artículos sobre Yoga.

Silo, en sus "Apuntes de Psicología", explica el funcionamiento de la conciencia de un modo tan pedagógico que llega a dar vergüenza no haberlo entendido antes. Sin embargo, el estudio de este libro va dejando en evidencia los mecanismos más rudimentarios en los que nos vemos enzarzados cotidianamente, y para mí ha servido como despertador en los momentos de tristeza (útil para no dejarse llevar por ella y para comprender su raíz) y como un condimento "acentuador del sabor" en los momentos de alegría y en las situaciones cotidianas que tantas veces pasamos por alto.
También los ejercicios propuestos por Luis Ammann en su libro Autoliberación colaboran en el descubrimiento de la forma de construír nuestro mundo interno, el modo en que compensamos la inestabilidad que nos produce estar vivos.

Yoga, y específicamente Kundalini, ha ayudado a convertir el dato en experiencia. Existen formas de estar en el mundo y puedo elegir cual de ellas quiero que sea mi forma. Atender a todo el imaginario que puebla mi mente, observar sin juicio los trenes de ideas, imágenes, pensamientos en general, es descubrir lo poco emplazada en el presente y en lo real que me encuentro la mayor parte del tiempo. Es así como comienzo a dirigir mi atención hacia pensamientos gratos y de agradecimiento por tanta cosa buena que me rodea, en vez de dirigirse siempre hacia lo que me molesta o enoja.

El cambio de actitud es complejo cuando no se tiene entrenamiento, pero en realidad consiste en un gesto. Es un gesto simple, que implica cambiar el ángulo en el que uno mira y se mueve tan sólo un grado. Es un movimiento mínimo en el punto de partida, pero que en proyección toma una distancia cada vez mayor al trazo que llevaba la Vida hasta ese momento en que se decide cambiar de enfoque.

Es ser honesto con uno mismo, ver y comprender sin reproche las opciones que tomamos a sabiendas del daño que nos provocan, mirar de cerca nuestra propia demencia, nuestras propias mentiras, nuestro propio enojo constante con pequeñeces, y hacerlos a un lado, poner otra cosa en su lugar.

Hoy estoy en el intento por hacer ese mínimo gran gesto, y agradecer por todos los regalos que recibo a diario: el techo bajo el cual puedo vivir, la cama sobre la que puedo dormir, la ducha caliente que puedo disfrutar, el amor que algunas personas me profesan, la amistad de quienes se dan un tiempo para tomar un té o comer una empanada conmigo, este cuerpo que me traslada y me sirve para crear y disfrutar. Y en ese intento descubro trabas, desconfianza, temor, espectativas que sé que de no cumplirse me traerán tristeza, y con mi gesto, una y otra vez, las hago a un lado y pienso en la mirada de alguien que amo, en una medialuna bien dulce acompañada de café con leche, en algo que leí y que me pareció sublime, y me río de mi afán por pensar en cosas feas.

Les insto a intentar ese gesto, vale la pena, en serio.

viernes, 6 de agosto de 2010

Hacer o no hacer...

Una amiga que a veces es sabia me dijo un día que en algunos momentos lo mejor que uno puede hacer es no hacer nada.

Hoy siento que debo aplicar este axioma. En la ocasión en la que mi amiga me lo dijo resultó muy fácil, ya que el enredo en el que nos encontrábamos era de tipo práctico. Pero ahora resulta más difícil, aunque ineludible.

Hace algunos días, estando yo muy triste por algunos acontecimientos, alguien muy querido me dijo a pito de nada, que lo considerase muerto. Abatida por el día que había tenido y conociendo a esta persona, decidí no preguntar nada, decirle que sí a todo y desearle buenas noches. Poco después leía en su Facebook lo solo que lo habían ido dejando sus "amigos" y lo feo que es el mundo. Mi impulso fue decirle que no le extrañara, ya que él mismo había ido alejando a la gente de su lado (su lema: mejor solo que mal acompañado.), pero no lo hice, como no le envié el mail inicial que escribí con rabia después de nuestra última pelea, y como no le pregunté porqué estaba enojado conmigo esta vez. Algunos días después le escribí que lo quería mucho, y recibí como respuesta que el querer a alguien no es sólo una palabra bonita.

Estoy de acuerdo con él. Pero realmente creo que la mejor acción mucha veces es la no acción. Como en este caso.

También sucedió que el hombre a quien amo me dijo que necesitaba alejarse de mí. Ya nos habíamos alejado formalmente hace una semana atrás, pero a pesar del terremoto inicial, habiamos logrado llevar unos días agradables, un tanto tristes producto de la ruptura, pero menos duros gracias a la certeza del cariño y el intento por mantener el buen trato. Su petición me irritó. No podía comprender que prefirese la frialdad de la lejanía y el trato hosco a una separación triste pero cordial. Me sentí defraudada y harta, y aún más enojada cuando, después de haber sido él quien demandara este alejamiento, comencé a recibir mails, mensajes al celular y llamadas en los que me repetía cada vez cual era su intención.

Contesté el primer mail, pero preferí no volver a hacerlo con los posteriores, como tampoco contestar las llamadas ni los mensajes. Al principio lo hice desde la revancha, es cierto, enojada y dolida como me sentía. Pero luego comprendí que en realidad era lo mejor que podía hacer. Nuevamente no hacer nada.

No sé cómo decantarán estas situaciones. No sé si logre convertirme en alguien más sabia con esta actitud y con las acciones "sí acciones" que emprenda a partir de ahora. No sé si las personas a quienes amo entiendan que los amo aunque no "haga" algo explícito para demostrarlo. Pero sé que el círculo de acción y reacción ya no es una opción para mí. Talvez vuelva a caer en él muchas veces porque soy reactiva como el ácido, pero no es una opción, ya no es lo que creo "que se debe hacer".

Espero que esta comprensión me ayude a ser más feliz.

jueves, 24 de junio de 2010

A José Manuel Mela

Te veo en tus relieves con esas luces oscuras
escogiendo maderos como si fuesen sandías
palpando en lo profundo un sonido anhelado
oliendo el rostro de la savia escondida.

Hundes tu filo hiriente en la carne astillada
tu fuerza cabría es pura sangre y aliento
te haces uno en la materia
indivisible y concreto
compenetrado en la voz, los ojos y las manos.

De tí los caballos hablan a escondidas
los árboles compiten por crecer en tu casa
se aplazan las funciones
se cierran los teatros
se secan las cantinas para que no te distraigas
caminan de puntillas todos los insectos
hablan en voz baja hasta las arañas.

Todos saben que tu hijo está naciendo
que reposa en el agua como los peces
y se dobla en el fuego como el hierro
que lo vistes del color más cristalino
que le escarbas la piel hasta volverlo espejo.

Pero ignoran por qué su voz es tan hermosa
la oyen cuando nace y él te canta
se preguntan la razón de su dulzura
y no advierten que en su alma
está tu Alma.

sábado, 22 de mayo de 2010

Migraña.

Hace frío. Anoche granizó sobre Santiago. Justo yo venía saliendo de un round con Mrs. Migraña. Hacía un par de años que no tenia uno así de terrible. Me contaron que deliré, que me levanté de la cama llorando y blasfemando, que tomé mis cosas para irme de donde estaba mientras me tambaleaba por el pasillo como una ebria. Cuando desperté tenía una bolsa de verduras congeladas en la cabeza.
Recuerdo varios episodios espantosos con Migraña, con vómitos y fotofobia incluidos. No recuerdo haber delirado antes, pero sí haber perdido la noción espacial. Cada vez que llega imagino mi Vida futura con ella y el pánico supera al dolor. "No puede ser, no puede ser" pienso cada vez que me imagino vieja, tal vez con hijos que crecen viéndome enferma en cama, crecen con la creencia arraigada de que a ellos también les pasará, y que no podrán hacer nada por evitarlo, como yo no puedo hacer nada. Me imagino siempre con alguien que cariñosamente me cuida, pero cuya presencia me hace sentir inválida. Internamente, en esos momentos me siento sola, nadie puede aliviarme, nadie puede hacer o decir algo que me ayude, nada de lo que hagan es suficiente, y nadie puede atisbar siquiera lo que siento.
No sé porque Migraña me visita. Soy una persona sana, pocas veces enfermo y cuando sucede no suele durar. No tengo vicios, no me alimento mal. Soy cascarrabias, sí, y poco tolerante. Pero soy buena persona, no pienso en hacerle mal a nadie. No tengo traumas, al menos no significativos. Es cierto que ahora viene menos seguido, y con menos síntomas que antes, cuando era adolescente. Ya no hay náuseas ni vómitos, ya no hay tanta fotofobia, el ruido me molesta menos que antes. Ahora sólo es dolor, terrible y duradero, pero sólo dolor. Pero es puntual e implacable: una vez al mes, coincidiendo con mi período, me ataca y me desarma. Y yo que me enorgullecía de no ser la típica mujercita debilucha que no puede ir al trabajo cada vez que está con la regla. No tengo nada contra la menstruación, me recuerda mi condición de ser fértil, de hembra, de mujer viva. ¿Porqué entonces Migraña me castiga en esa oportunidad de conexión con mi femeneidad? ¿porqué esa furia arrasadora en un momento que debiera ser de calma y calidez?
No la quiero, mi Vida debe estar excenta de un dolor recurrente. No quiero que mute, como lo ha hecho hasta ahora. Quiero que desaparezca, no que disminuya, si no que se vaya para siempre.

martes, 23 de marzo de 2010

Anclas.

Quiero enterrar mi violencia,
despojarla de mí
con el cuchillo que lleva tu imagen
y que con un suspiro agónico
se desvanezca por siempre
en las tinieblas que hoy abandono.

Que mi locura
no se convierta en demencia
que mi sangre
pueda sentir crecer
tu piel infatigable.

Levar el ancla de mi infancia
Matar a mi hermano muerto
matarlo, matarlo, matarlo.

Constrúyeme
Marchita con tus manos
mi odio incomprensible.

Se me caen mil bandadas
de pájaros al mirarte
Se me rompen todos los castillos
Se diluyen mis escritos
en tu tinta ocre
y me desmayo de pavor
porque las gargantas
ya no emanan flores
si no puñales.

Soy terrible
se esconden de mí los angelitos
Se burlan las mujeres dulces
de mi brutal torpeza
y los asesinos me saludan
tirándome besos
que flotan de sus manos.

¡Quiéreme!
te ordeno belicosa
¡Quiéranme!
les grito a mis padres
que me miran mudos
con los brazos caídos
con los grilletes ondeando
desde sus muñecas
con la baba colgando
por su niñita
tan bonita su niñita
madraza de dos niños muertos
hija de su hermano muerto
esposa de su hermano Sol
esposa de su hermano Jade
esposa de su hermano Violín

Autómata
con corazón de relojería
con tripas de dragón
con faroles en la frente
tantos faroles
que me tapan los ojos.

martes, 16 de marzo de 2010

Hermoso!!!

Un experimento que vale la pena realizar. Es bellísimo, la prueba de que existen ángeles entre nosotros.



¿Vieron el minuto 5:37? Esa es la cara de la satisfacción, de la apacible alegría.
Salud!!!

lunes, 1 de marzo de 2010

Terremoto en Chile.

Supe sin dudar que no era un simple temblor. Soñaba en ese momento con un sonido sordo e inquietante, mi madre me miraba con extrañeza. De pronto una voz masculina dijo con firmeza: "Demasiado rato. ¡ Despiertate !". Abrí los ojos y me levanté de un salto, al tiempo que le decía a Jose Manuel "¡ Amor, terremoto !". Salimos semi desnudos al pasillo, en ese momento se cortó la luz y Jose buscó su linterna. En segundos estábamos bajo el dintel de la puerta del patio. Él me abrazaba por la espalda, yo me aferraba al marco de la puerta que se movía entre mis manos como si fuera de goma. Los parlantes del equipo de música caían estruendosamente de la repisa, y solo atendíamos al sonido de las cosas cayendo en el taller, el tintineo de la casa entera, el murmullo sordo de la tierra. A un lado, el patio con el árbol enloquecido pero firmemente arraigado; al otro, la casa a oscuras. ¿Cuanto durará? Ya debe estar por pasar, ya va a pasar, ya va a pasar.

Y pasó. Las piernas me temblaban, le pasé una polera al Jose, y yo me terminé de vestir. Tome mi teléfono celular que tiene una pequeña linterna, mientras él se comunicaba con sus papás. Eran las 3:35 de la madrugada. Las lineas de red fija funcionaban más o menos bien, las de celular no. Mientras Jose Manuel revisaba los daños en el taller yo trataba de llamar a mi madre. No contestaban. Comencé a desesperarme. Oí que Jose me decía que el techo en el taller estaba por venirse abajo. Golpearon la puerta, era uno de los alumnos del Jose, con su novia. Venían asustados, pero tranquilos. Yo seguía llamando a mi mamá, y comencé a sentir náuseas. Se escuchaban sirenas y alarmas y logramos sintonizar una radio por el celular del Jose. Decían que había que juntar agua y no salir a la calle, pero yo necesitaba saber que había pasado en casa de mi vieja. Decidí ir para allá, así que agarré toda la plata que tenía, mi teléfono y mi chaqueta, Jose Manuel no soltó su linterna, agarró sus cosas y salimos. En el camino vimos a la gente en la calle, en las puertas de sus casas, una cantidad de autos similar a la de una mañana laboral cualquiera. No parecía que hubiese pasado nada grave, había algunos escombros, carteles de tiendas caídos, mucha gente tratando de hablar por teléfono pero nadie desesperado. De pronto vimos el auto de mis viejos yendo en dirección a casa de Jose Manuel. Gritamos y corrimos, pararon en una esquina y pudimos alcanzarlos. Dieron la media vuelta y nos encontramos. Mi mamá me abrazó, no tenían línea en casa y habían decidido lo mismo que nosotros. Nos subimos a la camioneta y nos fuimos con ellos. En la casa se había roto el parrón y el escritorio de Luis Felipe se había dado vuelta por completo. Habían caído los libros de la estantería de su habitación y en mi cuarto las cosas se habían corrido hacia el centro. Nada más. Eso fue todo, no pasó nada. Ridículamente creí que no había sido grave, no pensé que el epicentro hubiese sido en otro lugar, no pensé que el mar se hubiese enfurecido, no pensé que todo el país no había corrido la misma suerte.

Cuando volvió la luz encendimos la tele. La presidenta hablaba desde la oficina nacional de emergencias: El sur estaba devastado. Hoy, dos dias después hay confirmados 711 muertos.

Sufrimos un terremoto grado 8.8 Richter y un tsunami, Peyuhue desapareció del mapa, la isla Juan Fernández quedó desecha al igual que Iloca, se cortaron las carreteras principales, se cayeron los puentes sobre los ríos, se desmoronó un edificio nuevo de 15 pisos y muchas casas antiguas de adobe. En Talca hay 3 hospitales de campaña, y otros cuantos en otras ciudades, se cortó el suministro de agua y se produjeron saqueos y asaltos. En 3 minutos algunas personas perdieron lo que les había costado una vida conseguir.

lunes, 18 de enero de 2010

Comentarios sobre el triunfo de la Derecha.

En mi país la gente eligió a un presidente de derecha. Francamente no me preocupa tanto esto, porque no soy de los que creen que con ellos las cosas irán peor que con los que estaban antes. De hecho, creo que no será muy diferente.

Lo que me preocupa realmente son otras cosas, que hablan más de la idiosincracia de un pueblo que yo creía potente, valiente, aguerrido, y que ha demostrado ser cobarde aunque no por ello menos violento, egoísta, estúpido.

En este último tiempo he escuchado argumentos del estilo "A mí me da lo mismo porque a mí no me afecta." O "Yo creo que Piñera lo hará mejor que la Concertación porque si lo hace mal la derecha no vuelve a salir nunca más."

Este tipo de comentarios me hacen parar los pelos. Sin ser una persona instruída en política, me sorprende darme cuanta que la elección de un representante esté tan supeditada a lo que "a mí me conviene" y no a lo que nos conviene como país. Y me sorprende aún más cuando descubro las prioridades de mis coterráneos con respecto a las necesidades de un pueblo.

Con esto me refiero, primero, a la ceguera con que se miran las condiciones en las que vivimos en Chile, condiciones que son vergonzosas y que podrían por muchísimo ser mejores, por ejemplo con un sistema de salud que fuera de verdad pensado para que todos pudieran ser atendidos de forma digna(1). Ese sistema (por citar solo una parte) nos afecta a todos, con lo que el egoísta argumento de "A mi no me importa porque a mí no me toca" pierde validez (si es que en algún momento la tuvo.).

En segundo lugar, con respecto a las prioridades que se esgrimen a la hora de elegir presidente, confieso mi total incomprensión al observar cómo se ponen en un lado de la balanza la luminaria de las calles, los horarios de cierre de los bares, el número de efectivos policiales y las sanciones a delincuentes de poca monta y en el otro lado la educación, la salud, las leyes laborales y las leyes indígenas y que pese más el primer grupo.
Tomando como ejemplo el tema de la seguridad, mi incomprensión no radica en el desconocimiento del temor que provoca la delincuencia, si no en el conocimiento de sistemas donde ese peligro se erradicó de formas muy distintas a las planteadas por los políticos de mi país, pudiendo dedicar la energía que aquí se invierte en combatir la inseguridad de manera totalmente fútil, en generar mejores condiciones de vida para las personas. Un ejemplo clarísimo de esto es Holanda, con sus políticas que podrían considerarse "libertinas" pero que han conseguido disminuír notablemente la delincuencia, el consumo de pornografía y hasta las enfermedades venéreas, gracias a sistemas regulados de consumo responsable de drogas, protitución normada por sanidad, y por supuesto, sueldos un poco más equitativos y educación pública y de calidad para todos al menos hasta los 16 años (2).
Algunos argumentarán que es más facil para países europeos que cuentan con la mitad de la población que tenemos nosotros, pero mi reflexion apunta al aprendizaje de las soluciones implementadas en países que tienen mejor calidad de vida, sobre todo teniendo en cuenta que en Chile siempre estamos haciendo (falso) alarde de estar entre los países desarrollados del mundo. Inspirarse en las medidas aplicadas en otros lugares no significa tener que emular un modelo que nuestras diferencias de poblacion no permitan implementar. Inspiración es inspiración, no copia ni plagio.

En fin, tal vez este asunto tenga de bueno que la gente se dé cuenta que la cosa no es elegir a uno que promete más, dejandole la responsabilidad de velar por nosotros, pobres ciudadanos impotentes, si no que cuando se quiere algo hay que exigirlo, no mascullando entre dientes en el trabajo o echándole la caballería encima a la panadera o el chofer del bus, sino haciendo algo que realmente se escuche, muchos al mismo tiempo, de forma organizada pero no violenta, algo que les mueva su pequeño trono de mandamases tercermundistas.