Desde hace algunos días me visitas más de cerca, oigo tu voz claramente, ayer me cantaste "Oh, Sister" emulando al viejo Bob, mientras esperaba algo enfadada en el escalón de una puerta cerrada. Te gustaba cantarme esa canción cuando me subía al primer peldaño de la escalera para alcanzar tu cuello con mis brazos.
Me resfrié la semana pasada y quise sentir tu regaloneo. Recordé esa noche que te dormiste en mi cama y yo, para no molestarte, me acosté en la de visitas que se guardaba debajo. Despertaste y estuvimos conversando de una cama a otra, y nos tomamos la mano conmovidos por nuestra charla y nuestra hermandad. Así nos dormimos, y así nos descubrió la mami cuando llegó ya tarde, y se enterneció al vernos, sustrayendo para sí un trocito de aquello que nos había emocionado a ambos un rato antes. Siempre compartíamos esas sustancias sutiles los tres, las emociones eran algo para lo que no había veto entre nosotros.
Así descubrí por fin que tu cercanía era posible según mi disposición a experimentarla, y mi apertura a tu llegada fue absoluta ese día de catarro, así que te acercaste a la cama y me acariciaste el pelo, me dormí tranquila sabiéndote a mi lado y así te he sentido cada vez que te lo he pedido, así te veo todo vestido de blanco y sin calcetines, así te escucho con acento madrileño o cantando "Oh, Sister", burlándote con ese histrionismo que nos llenaba de alegría, motivo básico de que todos te quisieran.
Ah, viejo Dean! que bueno es encontrarme contigo en la esquina, viéndote ahí parado mientras me voy acercando a tí, sonriente, sabiendo lo que piensas al mirarme a medida que camino a tu encuentro, sintiéndome igual de chica porque tu mirada siempre me queda grande, pero ya soy más adulta y tu estás más viejo, salimos a reirnos de la gente juntos, y yo sigo tratando de aprender tu estilo, pero a tí cada vez te sorprende más el mío. Es un buen estilo, a veces alguna chica lo usó contigo y caíste, ahora lo ves y te ries de tí mismo. Venga ya, viejo loco!! quédate un rato más, desde cuando tan responsable?
Pero ahora tienes tanto que hacer. Te despides suavemente, casi no me doy cuenta cuando ya te has ido. Hay quien anda por ahí llorando o quiere compartir algo contigo. No puedo acapararte para mí sola. Me dejas una mariposa en el pecho, la sonrisa tenue y los ojos con tus chispas. Un aroma recién nacido me acompaña por algunos minutos.