Y aquí me tienen,
huyendo de los alacranes y las rinconeras,
cortando palos a mano,
perfumada con humo,
los ojos llenos de estrellas y los oídos llenos de río.
Aquí me tienen,
sola y desinspirada,
tratando de evocar los ensueños que me trajeron hasta aquí,
olvidándolos todos
porque el lugar que ocupaban
lo llenaron otros ensueños que estaban esperándome cuando llegué.
Aquí me tengo,
más concreta que nunca,
pequeñita,
temerosa,
buscando a los guías que me entregaron las cartas
para encontrar esta isla,
y que sin embargo no me acompañaron
(o tal vez si)
Aquí me pierdo,
en la inmensidad de mi yo obtuso,
en los recónditos espacios de mi alma,
en el vuelo enorme de los cóndores
que celebran el día cada mañana,
en mis cavilaciones intrincadas,
revoltosas,
desvariadas,
casi siempre inútiles,
a veces sabias.
Aquí,
donde el mundo no deja de existir por estar acá
pero se puede dejar en modo “off”,
donde el universo se reduce y se amplía a piacere,
donde sin quererlo
me descubro fatigada de labores terrestres,
bellísimas,
embriagadoras…
donde queriéndolo
me encuentro en mi propia trampa,
cruel en su honestidad,
magnífica por el esplendor de su veracidad.