Se paró frente a mi puerta y entró brincando
sonriente lúdica luminosa
tan mínima que su cintura cabía completa
en una de mis manos
y abrazarla era como abrazarme a mí mismo
hermosa y simple como esas pequeñas flores
insolentemente azules o amarillas
que crecen entre la pastura
tan diminutas
que no podemos percibir lo erguidas que se alzan.
sonriente lúdica luminosa
tan mínima que su cintura cabía completa
en una de mis manos
y abrazarla era como abrazarme a mí mismo
hermosa y simple como esas pequeñas flores
insolentemente azules o amarillas
que crecen entre la pastura
tan diminutas
que no podemos percibir lo erguidas que se alzan.
Nos sedujimos mutuamente en un preámbulo dulcísimo
haciendo el amor desde mucho antes del coito mismo
abrazándonos con una ternura extrema
frotando nuestros rostros como hacen los gatos
besándonos los sexos y las bocas
volcándonos esparciéndonos
encontrándonos en las miradas y en el espíritu.
haciendo el amor desde mucho antes del coito mismo
abrazándonos con una ternura extrema
frotando nuestros rostros como hacen los gatos
besándonos los sexos y las bocas
volcándonos esparciéndonos
encontrándonos en las miradas y en el espíritu.
Entré en ella sin piedad
creyendo que la ocuparía toda entera
la sentí temblar debajo de mí
la sentí rogar que no la deshabitara
y me sentí diluir dentro de ella
todo en tan pocos segundos
como los que dura un estornudo
como una esencia de sacralidad
que no alcancé a comprender
pero que rozamos juntos por un instante.
creyendo que la ocuparía toda entera
la sentí temblar debajo de mí
la sentí rogar que no la deshabitara
y me sentí diluir dentro de ella
todo en tan pocos segundos
como los que dura un estornudo
como una esencia de sacralidad
que no alcancé a comprender
pero que rozamos juntos por un instante.