lunes, 3 de noviembre de 2008

El lujo y la riqueza.

Para algunos
La vida es una cosa
que pasa desapercibida.
Para otros
La Vida no es una cosa:
Ella es ante todo
Intento y Presagio.

Mauricio Valenzuela.

En una conversación onírica, pero sumamente real, Fede me preguntaba, acodadado tras una larga cerveza, sobre mis actividades más allá de la restauración. Yo le explicaba sobre Greenpeace, mi labor de pescadora de socios para la causa de los ambientalistas. Su cara de extrañeza me hacía hacer la aclaración: yo prefiero la ecología social, poco me importan las ballenas cuando el smog de Santiago ahoga a mis coespeciarios. Pero su duda era otra.

- ¿Pero y te alcanza para vivir?
- Si...
- Pero no te podés dar ningún lujito...

En este punto, en lugar de explicarle sobre mis capacidades ahorrativas, o de hacer hincapié en lo humilde de mis gustos, esa Giselle sabia que habita mis sueños contestó con lo siguiente:

- Mi Vida está rodeada de lujos.

Su cara de incomprensión buscaba la receta de tan mágico poder. Y Giselle La Sabia, Giselle La Onírica, a modo de ilustración, continuó:

- Desde que despierto mi día está lleno de lujo y riqueza. Puedo asegurarte, después de haber vivido algunos meses en un subsuelo, que despertar con el Sol entrando por mi ventana es un verdadero lujo. Puedo asegurarte que después de haber tenido que aprender a bañarme a los baldazos, porque no había agua caliente o porque simplemente no había agua, abrir la llave y poder ducharme cada día, como si de mis sagradas abluciones se tratara, es un verdadero lujo. Y que después de eso pueda yo ir a trabajar al aire libre, sin la exigencia de usar tacones, ni de marcar tarjeta para sentarme dia tras día aburridamente frente a un computador, poder hacerlo por solo algunas horas y además junto a algunos de mis amigos, es un lujo que pocos pueden darse. Y luego disponer del resto del día para restaurar, dormir, charlar con algún buen amigo, comer algo rico, cocinar algo rico, ver una buena película, leer un buen libro... ¿¿¿De qué falta de lujo podría yo quejarme???

Creo que desperté en ese momento, o al menos no recuerdo si algo siguió en ese sueño magnífico, simple, real, diáfano como estos días de Sol y viento. Recordé una conversación con Alejandro, en la que hablábamos de las cosas que deberían ser consideradas sagradas y cómo han sido degradadas por el ritmo y las creencias de esta sociedad inhumana: El sexo, generador de placer y de Vida, la alimentación como fuente de Vida, el silencio, la ducha matutina, la respiración profunda.
Mi existencia está llena de maravillas múltiples, a cada instante, a cada paso. Mis preguntas no llevan la incorfomidad de quien no ve la riqueza de su Vida por sí misma, si no de quien no quiere ver solo lo que está frente a su nariz. Pero he de admitir que en esa búsqueda por ese "algo más" muchas veces perdí de vista la magnificencia de las cosas simples, como el Amor, como la Amistad, como el Sol, que siempre están presentes, que siempre nos acarician, que siempre nos nutren. Tantas veces me enojo por cosas sin importancia. Tantas veces me entristezco por la falta o la pérdida de cosas que no necesito.

Hoy doy gracias al Altísimo Poder del Cosmos por regalarme ese sueño tan conmovedor. Doy gracias al viejito sabio que hace su ronda nocturna susurrando a los oídos de los durmientes las Verdades que nos hacen más libres y felices. Y pido, con toda la fuerza de mi Alma, no querer cejar en el empeño por seguir avanzando hacia allí, donde la violencia y la desesperanza son solo una mala canción pasada de moda.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Cuando veo tanto amor, tanta belleza y tanta vida a mi alrededor, sólo puedo maravillarme, y me sorprendo de lo mezquinos que somos, no con la Vida, sino con nosotros mismos. Todo en nuestra existencia es un regalo, y a veces nos damos el lujo de amurrarnos porque algo no es exactamente como lo esperábamos... Pero creo que si nos diéramos más a menudo el tiempo de pararnos y mirar, y ver de verdad lo que está todo el tiempo ahí, esperando para ser apreciado como lo que realmente es, un milagro, un lujo, como dices tú, en esta vida exuberante que se reinventa a cada segundo para nosotros... Si no fuéramos tan egoístas como para encerrarnos dentro de nosotros mismos creyéndonos infelices... INFELICES!Me parece hasta soberbio! Dejar al Cosmos con el regalo sin abrir, porque nos dio la morriña! Y lo peor es que los únicos que perdemos somos nosotros... Ojalas y aprendamos a ser más generosos con nosotros mismos... Un beso, Giselín.