martes, 3 de junio de 2014

Mantis

Descubrirte atrapada nuevamente, pero ahora ya sabes y sientes terror. La trampa de siempre, el mismo veneno, la misma alucinación bellísima. Aún no sale el sol y ya estás despierta, mirando dos ojos chinescos que duermen, apretando contra ti esa turgencia despiadada, explorando una piel de suavidad estremecedora, sabiendo a dónde te llevará todo eso cuando pase el efecto de la droga.

¡Maldito signo que te lleva del sexo a la muerte! ¡Maldita afición de coleccionista, maldita sed disfrazada de amor y jamás saciada! ¿Cómo no repetir siempre los mismos artilugios? ¿Cómo no caer una y otra vez en los resabidos recursos? Si siempre es igual, si nada cambia excepto la carnada, para que ilusamente la vuelvas a morder y aun sabiendo que el veneno te recorre de nuevo, te vuelvas a dejar atrapar.

No sigas, te dices cada día. Tu desobediencia te descalabra meticulosamente, hebra por hebra va ganando terreno hasta tenerte cabalgando exhausta de entrega, alucinada, borracha, incapaz de resistirte a los encantos de tu más codiciada pócima. 

¿Y si esta vez es distinto? palpita desbocado tu pecho, ansiando permanecer en el embrujo para siempre, arrastrándote enceguecida por el querer creer. Pero lo sabes bien : luego vendrá el dolor, las heridas antiguas abriéndose al más mínimo tacto, las nuevas rasgándose en estrenado daño, tus células alzándose expertas en estrategia de defensa. 

Tu maestría se pondrá a prueba de nuevo : ¿Cuántos zarpazos harán falta esta vez? ¿Cuánta crueldad será necesaria? Seguramente te esforzarás mucho menos, cada vez resulta más aburrido desarmar el corazón de un hombre. El tuyo sumará varios jirones más, pero ya estarás acostumbrada a contarlos en calma cuando todo termine.