¡Maldito signo que te lleva del sexo a la muerte! ¡Maldita
afición de coleccionista, maldita sed disfrazada de amor y jamás saciada! ¿Cómo
no repetir siempre los mismos artilugios? ¿Cómo no caer una y otra vez en los
resabidos recursos? Si siempre es igual, si nada cambia excepto la carnada, para
que ilusamente la vuelvas a morder y aun sabiendo que el veneno te recorre de
nuevo, te vuelvas a dejar atrapar.
No sigas, te dices cada día. Tu desobediencia te descalabra
meticulosamente, hebra por hebra va ganando terreno hasta tenerte cabalgando
exhausta de entrega, alucinada, borracha, incapaz de resistirte a los encantos
de tu más codiciada pócima.
¿Y si esta vez es distinto? palpita desbocado tu pecho,
ansiando permanecer en el embrujo para siempre, arrastrándote enceguecida por
el querer creer. Pero lo sabes bien : luego vendrá el dolor, las heridas
antiguas abriéndose al más mínimo tacto, las nuevas rasgándose en estrenado
daño, tus células alzándose expertas en estrategia de defensa.
Tu maestría se pondrá a prueba de nuevo : ¿Cuántos zarpazos
harán falta esta vez? ¿Cuánta crueldad será necesaria? Seguramente te
esforzarás mucho menos, cada vez resulta más aburrido desarmar el corazón de un
hombre. El tuyo sumará varios jirones más, pero ya estarás acostumbrada a contarlos
en calma cuando todo termine.
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