viernes, 15 de mayo de 2009

La Muerte de Ulises.

Como siempre en mi relación con Ulises, me habló de su muerte en sueños. Con pocas personas me he relacionado más a través de mis sueños que en vigilia como con él. Pero claro, no supe hacer la lectura de su mensaje esta vez. O no quise. En esa Vida Onírica que vivo cada noche, él estaba sólo visualmente, pero con mi madre hablábamos de su recuperación sabiendo que hablábamos de alguien que no estaba presente en el mismo lugar que nosotras.

- ¡Se disolvió! - me contaba mi vieja, refiriéndose al tumor que le habían encontrado a Ulises en el cerebro un mes antes - ¡Se disolvió como si fuera de gelatina!

Y yo sentí alivio, y cierta alegría, mientras mirábamos a este holograma de Ulises traído por nuestra evocación, caminando por el patio, medio encorvado, con su chaqueta marrón medio raída y paso nervioso, como buscando algo entre las plantas.

Al día siguiente mi mamá me llamó por teléfono. Esa noche partía a Viña del Mar, pero antes almorzaría con el amigo de Ulises, que la había llamado para "contarle algunas cosas". Y yo supe. No me atreví a decirlo, pero lo supe. Lo negué, me dije a mí misma "no seas huevona, no pasó nada". Pero lo supe.


No pasé mucho tiempo con él. Era más bien como un personaje misterioso en la historia familiar. En mis sueños aparecía siempre como esos seres lumínicos y traviesos, siempre me entregaba el amuleto que serviría más adelante en mi aventura y siempre era un compañero, tal como él me llamaba desde que lavábamos platos en una perfectamente orquestada sincronía de esponja, lavalozas, enjuagues y secado con paño sucio de cocina.

Pero lo que más me estremece es el descalabro que produce la Muerte en quienes nos quedamos de este lado. Incluso cuando sabemos que es una farsa, incluso cuando creemos que hay un otro lado, que es un paso hacia una ciudad luminosa y etérea, aun cuando creemos sentir los pasos o la caricia de quienes ya se fueron, sigue provocándonos tristeza, soledad, impotencia, incompresión y rabia. ¿Porqué?

Siento que la Muerte me asusta más hoy que la voy comprendiendo como algo real. Ya no es la idea de la Muerte. Es la evidencia de ella. Y el problema no es la Muerte de uno, sino de quienes amamos. Porque yo jamás imaginé la muerte de mi hermano, pero a raíz de la suya, hoy vuelvo la cabeza ante la simple idea de que, algún día, mi otro hermano muera sin aviso previo, o mi madre, que seguramente lo hará antes que yo, o mi padre, que tan lejos y tan cerca ha estado siempre, o mi amado, que es definitivamente a quien más cerca deseo tener.

Ulises nos hizo regalos maravillosos a todos. La imagen de quien lucha por sus ideales estoicamente, la idea del compañero leal, el romanticismo de aquellos amores utópicos y tal vez imposibles, la evidencia de la sensibilidad a flor de piel en cada minuto, la simpatía a pesar del dolor guardado en el pecho.

No sé todavía cómo se hace, como no he sabido hacerlo respecto de la muerte de mi hermano Mauricio, pero creo que el encumbramiento de la alegría que nos dejaron es la única forma de vencer a la Muerte.

Es por eso que hoy, a tí, oh Gran Ulises, te saludo!!

1 comentario:

El Comistrajo dijo...

Gracias Giselita por plasmar tan bien al querido amigo, al compañero de andanzas, al luchador incansable con los molinos de viento..
Y haces bien en guardar su imagen muy cerca de tu corazon, ya que el ha tenido un especial cariño hacia ti siempre. Seguramente que en cuanto el se posicione de su nuevo estado, y vaya reconociendo ese paisaje en el que ahora vivira,tendras a ese amigo a tu lado, cuidandote y guiandote.