He recibido bellas y sabias enseñanzas en este tiempo. No son nuevas, pero comienzan de a poco a hacerse carne. Son de esas cosas que uno oye y "sabe" desde siempre, pero que sólo en algún momento comienza a comprender de verdad, a sentir.
En esto, el estudio de ciertos libros de ciertos filósofos han ayudado enormemente, y otro tanto hace Kundalini y algunos artículos sobre Yoga.
Silo, en sus "Apuntes de Psicología", explica el funcionamiento de la conciencia de un modo tan pedagógico que llega a dar vergüenza no haberlo entendido antes. Sin embargo, el estudio de este libro va dejando en evidencia los mecanismos más rudimentarios en los que nos vemos enzarzados cotidianamente, y para mí ha servido como despertador en los momentos de tristeza (útil para no dejarse llevar por ella y para comprender su raíz) y como un condimento "acentuador del sabor" en los momentos de alegría y en las situaciones cotidianas que tantas veces pasamos por alto.
También los ejercicios propuestos por Luis Ammann en su libro Autoliberación colaboran en el descubrimiento de la forma de construír nuestro mundo interno, el modo en que compensamos la inestabilidad que nos produce estar vivos.
Yoga, y específicamente Kundalini, ha ayudado a convertir el dato en experiencia. Existen formas de estar en el mundo y puedo elegir cual de ellas quiero que sea mi forma. Atender a todo el imaginario que puebla mi mente, observar sin juicio los trenes de ideas, imágenes, pensamientos en general, es descubrir lo poco emplazada en el presente y en lo real que me encuentro la mayor parte del tiempo. Es así como comienzo a dirigir mi atención hacia pensamientos gratos y de agradecimiento por tanta cosa buena que me rodea, en vez de dirigirse siempre hacia lo que me molesta o enoja.
El cambio de actitud es complejo cuando no se tiene entrenamiento, pero en realidad consiste en un gesto. Es un gesto simple, que implica cambiar el ángulo en el que uno mira y se mueve tan sólo un grado. Es un movimiento mínimo en el punto de partida, pero que en proyección toma una distancia cada vez mayor al trazo que llevaba la Vida hasta ese momento en que se decide cambiar de enfoque.
Es ser honesto con uno mismo, ver y comprender sin reproche las opciones que tomamos a sabiendas del daño que nos provocan, mirar de cerca nuestra propia demencia, nuestras propias mentiras, nuestro propio enojo constante con pequeñeces, y hacerlos a un lado, poner otra cosa en su lugar.
Hoy estoy en el intento por hacer ese mínimo gran gesto, y agradecer por todos los regalos que recibo a diario: el techo bajo el cual puedo vivir, la cama sobre la que puedo dormir, la ducha caliente que puedo disfrutar, el amor que algunas personas me profesan, la amistad de quienes se dan un tiempo para tomar un té o comer una empanada conmigo, este cuerpo que me traslada y me sirve para crear y disfrutar. Y en ese intento descubro trabas, desconfianza, temor, espectativas que sé que de no cumplirse me traerán tristeza, y con mi gesto, una y otra vez, las hago a un lado y pienso en la mirada de alguien que amo, en una medialuna bien dulce acompañada de café con leche, en algo que leí y que me pareció sublime, y me río de mi afán por pensar en cosas feas.
Les insto a intentar ese gesto, vale la pena, en serio.
sábado, 28 de agosto de 2010
viernes, 6 de agosto de 2010
Hacer o no hacer...
Una amiga que a veces es sabia me dijo un día que en algunos momentos lo mejor que uno puede hacer es no hacer nada.
Hoy siento que debo aplicar este axioma. En la ocasión en la que mi amiga me lo dijo resultó muy fácil, ya que el enredo en el que nos encontrábamos era de tipo práctico. Pero ahora resulta más difícil, aunque ineludible.
Hace algunos días, estando yo muy triste por algunos acontecimientos, alguien muy querido me dijo a pito de nada, que lo considerase muerto. Abatida por el día que había tenido y conociendo a esta persona, decidí no preguntar nada, decirle que sí a todo y desearle buenas noches. Poco después leía en su Facebook lo solo que lo habían ido dejando sus "amigos" y lo feo que es el mundo. Mi impulso fue decirle que no le extrañara, ya que él mismo había ido alejando a la gente de su lado (su lema: mejor solo que mal acompañado.), pero no lo hice, como no le envié el mail inicial que escribí con rabia después de nuestra última pelea, y como no le pregunté porqué estaba enojado conmigo esta vez. Algunos días después le escribí que lo quería mucho, y recibí como respuesta que el querer a alguien no es sólo una palabra bonita.
Estoy de acuerdo con él. Pero realmente creo que la mejor acción mucha veces es la no acción. Como en este caso.
También sucedió que el hombre a quien amo me dijo que necesitaba alejarse de mí. Ya nos habíamos alejado formalmente hace una semana atrás, pero a pesar del terremoto inicial, habiamos logrado llevar unos días agradables, un tanto tristes producto de la ruptura, pero menos duros gracias a la certeza del cariño y el intento por mantener el buen trato. Su petición me irritó. No podía comprender que prefirese la frialdad de la lejanía y el trato hosco a una separación triste pero cordial. Me sentí defraudada y harta, y aún más enojada cuando, después de haber sido él quien demandara este alejamiento, comencé a recibir mails, mensajes al celular y llamadas en los que me repetía cada vez cual era su intención.
Contesté el primer mail, pero preferí no volver a hacerlo con los posteriores, como tampoco contestar las llamadas ni los mensajes. Al principio lo hice desde la revancha, es cierto, enojada y dolida como me sentía. Pero luego comprendí que en realidad era lo mejor que podía hacer. Nuevamente no hacer nada.
No sé cómo decantarán estas situaciones. No sé si logre convertirme en alguien más sabia con esta actitud y con las acciones "sí acciones" que emprenda a partir de ahora. No sé si las personas a quienes amo entiendan que los amo aunque no "haga" algo explícito para demostrarlo. Pero sé que el círculo de acción y reacción ya no es una opción para mí. Talvez vuelva a caer en él muchas veces porque soy reactiva como el ácido, pero no es una opción, ya no es lo que creo "que se debe hacer".
Espero que esta comprensión me ayude a ser más feliz.
Hoy siento que debo aplicar este axioma. En la ocasión en la que mi amiga me lo dijo resultó muy fácil, ya que el enredo en el que nos encontrábamos era de tipo práctico. Pero ahora resulta más difícil, aunque ineludible.
Hace algunos días, estando yo muy triste por algunos acontecimientos, alguien muy querido me dijo a pito de nada, que lo considerase muerto. Abatida por el día que había tenido y conociendo a esta persona, decidí no preguntar nada, decirle que sí a todo y desearle buenas noches. Poco después leía en su Facebook lo solo que lo habían ido dejando sus "amigos" y lo feo que es el mundo. Mi impulso fue decirle que no le extrañara, ya que él mismo había ido alejando a la gente de su lado (su lema: mejor solo que mal acompañado.), pero no lo hice, como no le envié el mail inicial que escribí con rabia después de nuestra última pelea, y como no le pregunté porqué estaba enojado conmigo esta vez. Algunos días después le escribí que lo quería mucho, y recibí como respuesta que el querer a alguien no es sólo una palabra bonita.
Estoy de acuerdo con él. Pero realmente creo que la mejor acción mucha veces es la no acción. Como en este caso.
También sucedió que el hombre a quien amo me dijo que necesitaba alejarse de mí. Ya nos habíamos alejado formalmente hace una semana atrás, pero a pesar del terremoto inicial, habiamos logrado llevar unos días agradables, un tanto tristes producto de la ruptura, pero menos duros gracias a la certeza del cariño y el intento por mantener el buen trato. Su petición me irritó. No podía comprender que prefirese la frialdad de la lejanía y el trato hosco a una separación triste pero cordial. Me sentí defraudada y harta, y aún más enojada cuando, después de haber sido él quien demandara este alejamiento, comencé a recibir mails, mensajes al celular y llamadas en los que me repetía cada vez cual era su intención.
Contesté el primer mail, pero preferí no volver a hacerlo con los posteriores, como tampoco contestar las llamadas ni los mensajes. Al principio lo hice desde la revancha, es cierto, enojada y dolida como me sentía. Pero luego comprendí que en realidad era lo mejor que podía hacer. Nuevamente no hacer nada.
No sé cómo decantarán estas situaciones. No sé si logre convertirme en alguien más sabia con esta actitud y con las acciones "sí acciones" que emprenda a partir de ahora. No sé si las personas a quienes amo entiendan que los amo aunque no "haga" algo explícito para demostrarlo. Pero sé que el círculo de acción y reacción ya no es una opción para mí. Talvez vuelva a caer en él muchas veces porque soy reactiva como el ácido, pero no es una opción, ya no es lo que creo "que se debe hacer".
Espero que esta comprensión me ayude a ser más feliz.
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