Salí al camino de tierra bajo un cielo diseñado para no ser creído, entre montañas soberbias y amenazantes como dioses que perdonan la vida confiados en su potencia para quitarla.
Caminé sabiéndome a expensas de la Tierra, rehén del cosmos,
pequeña brizna de quien nada depende. En cualquier momento algo que yo no
imagino se urde y sucede: el rumor del río podría transformarse de pronto en
rugido de mil truenos furiosos y yo nada podré hacer por impedirlo. Decido
entregarme aliviada, en mis manos no existe control alguno de los misterios que
aguardan mi marcha. Enfilo a casa apresurando el paso con la urgencia del
tiempo que se acaba.
A escribir,
escribir y contar,
alcanzar a contar
lo que hoy he visto.
escribir y contar,
alcanzar a contar
lo que hoy he visto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario